Miedo a volar y la falta de información

aeropuerto con lluviaEl miedo a volar es una fobia que sufren  muchas personas. Las hay de todo tipo, desde los que no pueden subirse a un avión ni por asomo, los que necesitan tomar tranquilizantes para hacerlo y los que han ido desarrollando esa fobia a lo largo de los años, especialmente alimentada por los accidentes aéreos que han ocurrido en los últimos años o las experiencias ingratas vividas. Este último es el caso de mi pareja, María,  una fobia que provocó un auténtico calvario en nuestro viaje de vuelta de Alemania.

Tras pasar ocho días estupendos en tierras germánicas, nos disponíamos a coger el vuelo de vuelta a Valencia desde Frankfurt Hann, que no Frankfurt Main, ésta vez no nos equivocamos de aeropuerto. Facturamos las maletas, pasamos los controles de seguridad y cuando estábamos ya instalados en nuestros asientos, empezaron los problemas. La verdad es que María lo lleva mal esto de volar, es algo que se ha ido acrecentando con los años y no tiene sólo que ver con los episodios que hemos vivido, cómo el de Santiago (retenidos a bordo con las alas congeladas) o el de Praga ( en el que un piloto nos tuvo dando vueltas durante una hora de más y sin explicación alguna por los campos de naranjos que casi podíamos tocar con la mano, si se hubiera podido abrir la ventana… para terminar aterrizando dando botes por la pista. Subidón de adrenalina y aplauso general  histérico del pasaje al tomar tierra).

FRANKFURTjpgPues bien, lo que nos alertó en aquel vuelo de vuelta de Praga fue el silencio del comandante. No dijo nada. Entramos desde el mar en Valencia, como siempre. Momento en el que sabes que en unos minutos vas a pisar el suelo y de repente nos vimos entre campos de naranjos, el tiempo pasando y sin explicaciones. El silencio y la falta de información a bordo de una aeronave desesperan y sin duda alimentan las fobias como la que María ha desarrollado estos años.

Pero volvamos a Alemania. Como decía, estábamos sentados ya esperando el despegue. Dos horas y media nos separaban de nuestro destino y en Valencia ya nos esperaban parar recogernos. Últimos mensajes y teléfono apagado. María entra en modo zombie. Se tensa y en sus ojos veo que está deseando que el tempo vuele, nunca mejor dicho y tocar tierra.

Se desarrolla el guión clásico. Bienvenidos a bordo, abróchense los cinturones, apaguen sus dispositivos, rugido de los motores… y de repente silencio. Se paran los motores y azafato y azafata van y vienen por el pasillo del avión. Pasan los minutos.  Parecen horas. somos impacientes por naturaleza y las esperas sin final definido nos desesperan. La voz del comandante nos devuelve a la realidad. Hay un problema y tardaremos en despegar. La mano de María es una tenaza que me estruja la mano con fuerza. El pánico le invade. Las dos enanas, Marina y Manuela, preguntan que qué pasa…, les contesto que nada, que hay un problema y que tardaremos en despegar… ellas siguen a lo suyo. Pasados unos minutos el pánico de Maria va en aumento, aparece la crisis de ansiedad. El comandante vuelve a pedir la palabra y nos cuenta que hay un problema con el ordenador del avión y que hasta que no se solucione no vamos a despegar. Me tranquilizo. María se descontrola. «Vámonos… yo me bajo…» Sale a debate el accidente de Spainair…Le cuesta respirar. Le intento transmitir calma. Le digo que a mí está compañía me da confianza (Ryanair), que usa Boeing, que está en buen estado…Ni de lejos. El tiempo pasa, una hora larga, sentados, sin movernos. Manuela quiere ir al baño. llamó a la azafata y amablemente me dice que no podemos movernos.  María insiste en bajarse, mientras se revuelve en el asiento desesperada… Marina y Manuela empiezan a contagiarse del nerviosismo…, por mi mente pasan las opciones… ¿nos bajamos y nos quedamos en tierra? ¿perdemos los billetes? ¿ se baja María? ( A Manuela le esperaba su madre en Valencia para coger juntas otro avión… y no podía avisarle…) Intento calmar a María y decido que no nos bajamos.  Le explico que a mí la explicación del comandante me deja tranquilo… sin ordenador esto no vuela y el piloto ha hecho bien en esperar… si no lo arreglan nos bajarán… nos pondrán otro avión… Manuela lleva un rato sin parar de moverse, no puede más. María es como un tronco tenso dejado caer en el asiento… Llamó a la azafata y amablemente le digo que Manuela va a ir al baño, que ya no puede más. Me autoriza. Han pasado dos largas horas…

Al volver del baño Manuela y Marina siguen a lo suyo, aburridas pero no preocupadas. María está desesperada y vuelve a la carga con el yo me bajo… nos salva el comandante. «Ya hemos solucionado el problema y en unos minutos despegaremos, les pedimos disculpas…» María se tensa aún más sabiendo que ya es tarde que no se puede bajar. Yo respiro por fin, al saber que una vez que despeguemos maría se relajará. Y pienso en los que nos esperan que verán el «delayed» en el panel de llegadas…

Tres horas después de lo previsto tomamos tierra. María dice que no se vuelve a subir a un avión.  Yo por fin, respiro tranquilo.

Paco Beltrán

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