por paco | mar 3, 2015 | Blog, Viajes
A la hora de emprender un viaje, salvo que la distancia obligue a ir en avión, el coche suele ser el medio escogido por la familia. El miedo a volar que se le ha metido en el cuerpo a María nos obliga a hacer distancias de 1.000 kilómetros con el palizón consecuente. Mi argumento a la hora de plantearlo siempre es el mismo. El avión es más seguro. Y la respuesta es la misma: «si ya, ero en los últimos años no hacen más que caer aviones». Y es cierto, en los últimos años hemos asistido a tragedias encadenadas, la de Spanair nos pilló de vacaciones y un año antes habíamos volado con esa compañía Valencia- Mallorca- Menorca. Cuatro vuelos en dos semanas. La todavía inexplicable barbaridad de Germanwings, tampoco ayuda a convencer a María y cuando toca volar, porque no queda otra, por cuestiones de distancia me toca tirar mano de la estadística y recordarle que mi padre se ha pasado 40 años encima de una avión con dos incidentes destacables ( uno por que se les congeló el tren de aterrizaje cuando iba hacia Alemania y otro por una actitud de un piloto en vuelo desde Bulgaria que puedo acabar con los huesos en la cárcel de unos cuántos, pero esa es otra historia). El debate pues se encrespa y sale por medio el tren como opción alternativa. Ir hasta Galicia ahora es un paseo (por decir algo), ya que la combinación de dos Aves, ya que hay que pasar por Madrid, te permite hacer el viaje en siete horas de viaje y si apuras una hora...
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